
Creo que hay edades en las que la rivalidad entre hermanos se agudiza. En mi vida sufrí tanto como cuando mis hijos tenían 11-12 años el mayor y 9-10 años el menor. Peleaban por todo. No podían verse. Eran como el aceite y el vinagre. Cuando Andrés Ignacio (13) tuvo el cabello largo, Tomás Eugenio (11) pedía que se lo cortara bien corto. Cuando Andrés optó casi por raparse, Tomás se dejó la melena. Si a Andrés le gustan los huevos fritos, a Tomás le gustan revueltos. Si a uno le gustan las hamburguesas, el otro no puede oler el kétchup. Como las bananas son la fruta favorita de Tomás, Andrés decidió que él era alérgico.



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