
1. Opta por tomates orgánicos: son más sabrosos y saludables, pero ten en cuenta que también cuestan más y duran menos.
2. Compra tomates pegados a la vid.
3. Opta por tomates que no estén refrigerados y compra sólo los tomates que vas a consumir en los próximos tres o cuatro días, para que no tengas que ponerlos en el refrigerador: a los tomates no les gusta el frío.
4. Mantenlos en un lugar fresco, mas no refrigerado (yo los pongo en un platón en el mostrador de mi cocina como si de un adorno de frutas se tratara).
5. Lo ideal es que los pongas con el pedúnculo hacia abajo aunque no se vean tan bonitos (para mí esta es la parte más difícil), y que no los pongas uno sobre el otro.
6. Si ves que están maduros y no te decides a hacer una buena salsa, entonces refrigéralos, revisando que no tengan moho. Si alguno tiene moho, es mejor desecharlo (todo, incluso la parte que luce sana).
7. Si tienes la buena fortuna de disponer de tomates frescos en cantidades, opta por envasarlos al vacío y con eso podrás tener tomate «fresco» hasta por un un año en la despensa.
8. También puedes hacer salsa de tomate, sofrito, tomates asados y sopa de tomate, y envasar todo al vacío, con lo que te durarán hasta un año sin necesidad de refrigerar.