Ser mujer
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Cáncer de mama: tócate y gánale la batalla (VIDEO)

Octubre rosa: por qué celebro la vida
Octubre rosa. La primera vez que escuché la expresión cáncer de mama, era una niña. Mi bisabuela materna había viajado desde la Isla de Margarita, donde vivía, a Caracas, para ser internada en un hospital oncológico y someterse a una mastectomía doble. Olía a talco, era delgadita, de piel canela y ojos aindiados, tenía el cabello lacio, gris y largo, y lo llevaba siempre en una trenza tejida que se enrollaba en la cabeza. Un roble, después de la operación, Meta, que así era como llamaba mi abuela Ligia a su mamá, tuvo una larga sobre vida: murió de viejita cuando yo ya era una mujer hecha y derecha.
Un brindis con Baileys por la amistad entre mujeres
La amistad entre mujeres conforta, consuela, socorre, acuna, protege, mima y anima y eso la hace irremplazable.
Crecer con dos papás

Tuve la buena fortuna de crecer con dos papás. Mi papá Gustavo, de quien soy un clon, y mi papá Francisco, el segundo esposo de mi mamá, con quien viví desde que tenía 4 años y hasta los 12. Lo curioso es que comencé a llamarlo papá cuando tenía 15 años. Supongo que quería honrarlo y además sentía que diciéndole papá también le estaba diciendo “te quiero».
Más divertido era ver lo que sucedía cuando estábamos los tres juntos (mi papá, mi papá y yo), en un cumpleaños, una graduación, o cualquier otra celebración familiar. Cuando decía «papá» los dos contestaban al unísono. Porque los dos eran mis papás. Punto.