Resiliencia (tal como me comenta más abajo mi amiga de infancia Angélica Alvaray), es la habilidad o capacidad que tenemos de “rebotar” cuando nos enfrentamos a situaciones extremas: una enfermedad terminal, la pérdida de la pareja o el empleo, un desastre natural… Ni la educación, la experiencia, el entrenamiento, ni tampoco la intuición, explican la resiliencia, que está más bien relacionada con la capacidad de comprender y aceptar la realidad: los hechos, el problema. La resiliencia viene dada, sobre todo, por una profunda creencia de que la vida tiene sentido (y por lo mismo vale la pena ser vivida), y con la habilidad para reinventarnos, no importa cuanta sea la adversidad.
La habilidad de ver la realidad, no importa cuán devastadora sea, es seguida de la capacidad de construir y encontrar sentido en las situaciones más terribles. En lugar de preguntarme por qué a mí, me pregunto por qué no y qué puedo aprender de esta situación. Así puedo construir la visión de un futuro distinto de la situación actual. Al darle sentido a la adversidad, comienzo a ver hacia adelante y a lidiar mejor con los problemas, aprendo a manejar el presente para reinventarme a mi misma y crear un futuro diferente, promisorio, esperanzador.
¿Que por qué estoy escribiendo toda esta perorata? Pues porque últimamente he tenido que enfrentarme a situaciones terribles y, por momentos, me he sentido sola, sin ayuda, desesperanzada. Pero estoy aprendiendo que sí puedo encontrar mis propias respuestas, marcar distancia con lo adverso (que me adversa, además), reir y hasta burlarme del asunto, crear a partir del caos y, sobre todo, acercarme más a mis verdaderos afectos.
Porque soy una guerrera, resisto y no me rindo. Porque hay un ave fénix dentro de mí, estoy encontrando mi manera de sanar y renacer y resurgir. Porque la vida es demasiado corta, reboto y me paro, y cuento mis bendiciones, y cocino y escribo, y me río y me ocupo de la huerta y el jardín, y escucho la música que me gusta y me hace feliz. Y quiero y disfruto a mis hijos —sí, a mis dos hijos maravillosos que son mi par de milagros personales— y cómo será la cosa que ahora ¡hasta me gusta el basquetbol! Y trabajo y sueño y busco y encuentro. Porque estoy viva y la vida es bella y la estoy disfrutando. En gerundio. Que para luego es tarde.
