Pesa todos los ingredientes incluyendo el agua.
Pon los ingredientes secos: harina panadera, levadura y sal, en un tazón grande y mezcla con un mezclador danés o un batidor de acero.
Agrega el resto de los ingredientes: agua templada, aceite de oliva y miel, y mezcla nuevamente. La idea es que la harina se integre a los ingredientes líquidos. No hay que amasar.
Deja que la masa repose tapada con papel film plástico una hora.
Humedece tus dedos con agua y hazle pliegues a la masa sobre sí misma dentro del mismo bol, de seis a ocho veces o hasta que la masa se tense y ya no estire más.
Deja reposar la masa tapada por media hora.
Con los dedos húmedos hazle cuatro pliegues sobre sí misma, cubre y deja reposar 30 minutos. Repite este proceso cuatro veces más, siempre dejando reposar la masa tapada por intervalos de 30 minutos y haciendo los cuatro pliegues.
Para hacer la fermentación en frío, rocía la masa con un poco de aceite de oliva, cúbrela con film plástico y refrigérala de 12 a 24 horas.
Transcurrido el tiempo de fermentación en nevera, vierte la masa en una bandeja de 9x13 pulgadas (22x33 centímetros), cubierta con papel pergamino (papel de horno) con abundante aceite de oliva. Haz dos pliegues y volteála de manera que los pliegues queden boca abajo.
Cubre con film plástico y deja que la masa duplique su tamaño a temperatura ambiente.
Precalienta el horno y una piedra de pizza a 450F (230C) al menos 30 minutos.