Hasta que llegó el día. Desde el lunes, cuando regresé de un maravilloso Labor Day Weekend en Lauderdale by The Sea, y me sorprendió la noticia de que Irma, el huracán más grande y con mayor poder de destrucción del que se tenga registro en Estados Unidos, venía en camino, no tuve un minuto de sosiego. Hice todo lo que el sentido común, las autoridades, meteorólogos y quienes ya han experimentado huracanes recomiendan para proteger mi familia y mi casa.

Ahora, cuando caen los primeros aguaceros y las ramas de los árboles se agitan nerviosas con las primeros ráfagas de viento asociadas a este gigantesco ciclón, no queda sino esperar —y rezar para que se siga desviando hacia el oeste y desaparezca en el mar. Y mientras espero, escribo.
En esta semana descubrí que el mejor antídoto contra la angustia que produce la incertidumbre son la fe y el agradecimiento. Por lo mismo quiero dar gracias:
- Primeramente a Dios porque su Voluntad no nos lleva a donde su Gracia no nos proteja.
- Por la bendición de poder vivir en un país que se ha construido sobre dos pilares indestructibles: la compasión y solidaridad de su gente y porque esa compasión y esa solidaridad se traducen en gigantescas operaciones logísticas —por parte de los gobiernos federal, regional y local, así como de organizaciones no gubernamentales y de la empresa privada—, cuando se trata de prever daños, salvar vidas, asistir a los más necesitados e iniciar la reconstrucción cuando, después de la tormenta, venga la calma.
- Por el liderazgo del gobernador Rick Scott que esta semana ha estado omnipresente recorriendo el estado de Florida, de punta a punta, sin alarmar, pero con firmeza, guiándonos y haciéndonos sentir que no estamos solos y que tenemos autoridades en las que podemos confiar porque saben lo que están haciendo.
- Por mi Biblia en «everything Doral» y Miami-Dade y quien en este proceso de preparación para mi primer gran huracán en el Sur de la Florida, me ha guiado con su infinito sentido común, su cerebro de ingeniera, su corazón de mamá y su fe a toda prueba: mi querida Mariale Pulgar.
- Por mi crush, como le dicen mis hijos: el gran John Morales, meteorólogo jefe de NBC6, por haberme dado el poder de la información. John: tú y tu equipo de meteorólogos ROCK y por eso, como diría mi Mariale: “todas tenemos un crush contigo”.
- Por mis dos hijos, los pilares que me sostienen, y quienes se han crecido en la dificultad, no dejan de sorprenderme con su aplomo y profundo sentido de lo que significa ser familia y me recuerdan a diario que algo debo estar haciendo bien.
- Por mi familia de origen, mi mamá y mi hermano, quienes como si fuera poco lo que están viviendo en Venezuela, se preocupan por nosotros y nos lo demuestran a diario.
- Por mis amigas del alma quienes no importa donde ni lo ocupadas que estén, siempre se las arreglan para hacerme saber que están conmigo no matter what, y por quienes como mi querida Patty Argibay son verdaderos ángeles en la Tierra y velan por mí y por mis hijos enseñándome que Dios tiene muchas formas de proveer.
- Por mi ex esposo William Lloyd Massie, gracias a quien tengo linternas y baterías, y quien no importa la distancia ni que la vida nos haya llevado por caminos distintos, siempre está ahí pendiente de nosotros, con su sobredosis de optimismo, recordándome, cuando las cosas se ponen feas, que todo es posible y que lo imposible sólo toma más tiempo.
- Por mis clientes quienes supieron entender que necesitaba esta semana para prepararme para lo peor pero esperando siempre lo mejor: cuando esto pase, regreso con nuevos bríos.
Que Dios, Todopoderoso proteja al estado de Florida y a todos sus habitantes. Jesús, en ti confío.