Esta campaña ha sido compensada por Collective Bias, Inc. y su anunciante. Todas las opiniones son sólo mías. #SigueConAdvil #CollectiveBias
Adiós al dolor de cabeza. Todavía recuerdo ese episodio como si fuera ayer. Era reportera en El Diario de Caracas, tendría 30 años y un dolor de cabeza me sacó de combate por cuatro días. Además de analgésicos y tomar mucha agua, mi médico internista me prescribió reposo absoluto: en cama, a oscuras y en silencio. Ese día supe que sufría de migrañas, como sufre mi mamá y como también sufría mi hermana.
Cinco días más tarde, fui a control con el Dr. Alberto Leamus, el mejor médico internista que jamás tuve, y adivina qué: me prescribió Advil®* de por vida. Es decir, me dijo que para evitar las migrañas, lo mejor era que cargara SIEMPRE en mi bolso, un frasquito de Advil® y que tan pronto sintiera que tenía dolor de cabeza, por más leve e incipiente que pareciera, me tomara dos pastillitas con un vaso grande agua.
Santo remedio. No volví a sufrir de migraña, ni siquiera cuando hice mi postgrado y me sometí a los rigores de la competencia académica en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Así que cuando regresé a Venezuela, cada vez que venía a Estados Unidos, por trabajo o de vacaciones, me llevaba mi «cargamento» de Advil® para Caracas, la ciudad donde nací, me crié y donde vivía por aquel entonces.
No volví a sufrir de migraña hasta aquel nefasto día de 1997, en que se me ocurrió ponerme una chaqueta amarilla con un pantalón azul marino… No me preguntes por qué no tenía mi Advil® a mano y el dolor de cabeza estalló. Recuerdo cómo estaba vestida porque sentía que la luz rebotaba en mi chaqueta y ese resplandor era como puñaladas que me herían los ojos.
Por entonces era jefa de información económica y financiera del diario El Nacional y recuerdo que la migraña no me dejó llegar a la oficina. Tomé un taxi y me fui directo a ver al Dr. Leamus. Lo primero que me preguntó fue que si me había tomado mi Advil®. Le dije que esa mañana había cambiado de bolso, había salido apurada y no lo llevaba conmigo.
Otra vez me prescribió analgésicos y estuve tres días en cama, a oscuras y en silencio. Por supuesto, regalé la bendita chaqueta amarilla y juré que, tal como me lo había indicado mi doctor, siempre tendría a mano mi Advil®: en la cartera, el bolso del gimnasio, mi escritorio, mi mesita de noche… Han pasado casi 20 años desde ese episodio de migraña y he aprendido a cuidarme y a tratar mis dolores de cabeza con el mejor analgésico entre las marcas de medicamentos de venta libre que compro al mejor precio en mi Walmart local.
Como mamá soltera de dos adolescentes, no tengo otra opción sino tener una vida súper activa que incluye trabajar en forma independiente y montones de actividades al aire libre. Como toda mi familia, excepto mis hijos, aún vive en Venezuela, no me puedo dar el lujo de enfermarme. Así que esto es lo que hago, regularmente, para decirle adiós al dolor de cabeza antes de que se convierta en migraña:
- Siempre tengo Advil® en mi bolso y en mi bolso de ir al gimnasio “por si acaso”.
- Tan pronto como siento que comienza a dolerme la cabeza, por leve que sea el malestar, sigo las instrucciones del empaque y me tomo un Advil® que, afortunadamente, a mis 56 años, es la única medicina que tomo.
- Siempre que tomo Advil®, también me tomo un vaso de agua de 8 onzas completo.
- Como una manera natural de prevenir el dolor de cabeza, trato de mantenerme bien hidratada y por eso sigo al pie de la letra la recomendación de tomar 8 vasos de agua diarios.
- Como entiendo que la cafeína ayuda a prevenir el dolor de cabeza, me tomo un capuchino al levantarme y con eso tengo para todo el día.
- Jamás salgo de mi casa sin lentes de sol y desde hace 10 años uso lentes de sol prescritos por mi oftalmólogo. Como soy foto sensible, esta también es una buena manera de prevenir el dolor de cabeza. No importa si afuera está nublado, siempre que estoy fuera de casa uso mis lentes de sol. Cuando vivía en el soleado sur de California, a veces, en verano, hasta los usaba dentro de mi casa.
- Cuando me siento a trabajar en la computadora, siempre uso lentes anti reflejo: eso también ayuda a prevenir el cansancio de los ojos y a evitar dolores de cabeza.
- Siempre tengo un vaso de agua y mi Advil® en mi escritorio y trato de escuchar la música que tanto me gusta mientras trabajo.
- Como resolución de año nuevo, resolví hacer una pausa de cinco minutos cada 45 minutos, mientras estoy trabajando. Aprovecho para caminar un poco y estirarme.
- Con los años he aprendido que mi sueño es sagrado. Como soy de poco dormir y tengo el sueño ligero (pero estoy consciente de que dormir también me ayuda a prevenir la migraña), este año me propuse regresar a la piscina a nadar regularmente: así me relajo, siento que estoy haciendo algo por mí y para mí y en la noche concilio mejor el sueño.
- Finalmente, cada vez que mis hijos basquetbolistas se lastiman jugando o tienen dolores musculares por tanto entrenamiento, no hay nada como Advil® y un buen vaso de agua. Y para mí saber que ellos están bien, es el mejor antídoto contra el dolor de cabeza.
(*) Usar en la forma indicada.