Esta semana fue la locura. Como si el regreso a clases no hubiese sido suficiente, en el Sur de la Florida tuvimos que preparamos para la tormenta tropical Erika, que amenazó con convertirse en huracán y que a Dios gracias torció el rumbo y se deshizo en el trayecto.
Me pegué del televisor para ver los posibles escenarios, me angustié por no tener un radio portátil de pilas, y me abastecí de agua, enlatados, linternas y baterías. Allí quedarán para lo que resta de la temporada de huracanes 2015.
En medio del desasosiego que produce saber que estás en el cono de incertidumbre de una tormenta que puede transformarse en huracán, me tocó adelantar trabajo previendo que tuviéramos fallas de electricidad e internet y me angustié imaginándome cómo sería mi vida sin conexión. Ya te preguntarás, con tanto agite ¿a quién le provoca cocinar? ¿O irte a un restaurante en Midtown, Coral Gables o Brickell?
Gracias a Dios existen las amigas y los restaurantes a la vuelta de la esquina. Así que me fui con Mariale (escritora, mamá y guerrera a toda prueba), a comer japonés en Maido, un modesto comedor en Doral, que vive lleno de comensales de origen japonés y coreano.
Maido es perfecto para quienes trabajan en la zona entre otras cosas porque por $9,99 sirven un almuerzo que incluye sopa miso, ensalada verde con aderezo de jengibre, mini California Roll, dos langostinos tempura servidos con vegetales también tempurizados, y una muestra de salmón, pollo o bistec teriyaki.
Me comí el salmón y Mariale el pollo. El servicio es rápido y la comida sabrosita y la relación precio-valor es imposible de superar. De postre compartimos un mochi, tres bolitas de helado de fresa, vainilla y te verde cubiertas de masa de dumplings de los mismos sabores. Una delicadeza que jamás había probado y me encantó.
La pasé buenísimo y quedé con ganas de volver. En la foto aparezco con Mariale, no el día que almorzamos juntas, sino el día que nos conocimos y descubrimos las muchas cosas que tenemos en común. Y seguro que andábamos filosofando acerca de cómo el cielo es el límite.