Hubo una época en que lo único que me interesaba eran las Sevillanas e ir de tapas por las calles de Madrid.
Me enamoré de España y de todo lo que me sonará a olé. Fue tanto el enamoramiento que cuando estaba en la universidad me las arreglé para irme a vivir a Madrid por un semestre.
Esta receta es de esa época y desde entonces es una fija en mi cocina.
La publiqué por primera vez en Mamás Latinas. Aunque sabe y tiene la textura de la tortilla española de patatas, tiene un twist: en lugar de freír las cebollas, las salteo con un chorrito de aceite de oliva; en lugar de freír las papas en aceite, las hiervo, y en lugar de freír la tortilla, la cocino en un sartén anti adherente con unas gotas de aceite de oliva.
Esta tortilla se puede comer caliente, tibia o fría. A mí particularmente me gusta más cuando la dejo reposar de un día para otro. Es un tentempié estupendo. Los españoles la comen a diario todo el año.
Por algo será…
Tortilla española de papas y cebollas | Ingredientes para 8 porciones
8 papas medianas peladas y cortadas en rodajas gruesas
3 cebollas peladas y picadas groseramente
8 huevos
Sal
Aceite de oliva
En un sartén antiadherente a fuego mediano, calienta 1-2 cucharadas de aceite de oliva y sofríe las cebollas hasta que estén marchitas, unos 6-8 minutos. Retira del fuego. Pon las papas con un poco de sal y agua suficiente que las cubra, en una olla. Lleva a hervor a fuego mediano por 15 minutos, hasta que las papas estén cocidas. En un tazón bate los huevos, agrega sal al gusto y la cebolla sofrita. Con la ayuda de una cuchara con huecos, saca las papas del agua, escúrrelas y ponlas en la mezcla de huevo y cebollas. Calienta a fuego bajo a medio, el mismo sartén donde sofreíste la cebolla. Agrega la mezcla y cocina tapado hasta que los huevos se vayan cuajando y dorando. Con la ayuda de una espátula, asegúrate de que la tortilla no se ha pegado y de que puedes voltearla con confianza. Con la ayuda de un plato grande o también usando la tapa del sartén, con mucho cuidado voltea la tortilla y sigue cocinándola hasta que al introducirle un cuchillo en el medio, compruebes que está jugosa, pero que los huevos están perfectamente cocidos.
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