En las últimas semanas me ocurrieron dos cosas que bien vale la pena comentar y celebrar. La primera, cronológicamente hablando, encontré en Twitter un distribuidor de licores en Nueva York, DrinkUpNY, que tiene el Ron de Venezuela Santa Teresa 1796 y Santa Teresa Añejo (Gran Reserva) y, además de ofrecer unos precios súper competitivos, hace el envío gratuito a todos los Estados Unidos (salvo Alaska y Hawái), si la orden es de más de $99,99.
La segunda, Calhermi Naranjo, colega del Club del Ron Santa Teresa, vino de vacaciones a San Francisco y Los Ángeles y tuvo el detalle —y vaya detalle— de traerme una inesperada, pero no por ello menos anhelada, botella de Santa Teresa 1796.
Haber encontrado a DrinkUpNY, significó el fin de la escasez de ron en mi casa, donde los rones y licores a base de ron que tanto nos gustan, vienen de Venezuela, bien sea importados directamente (como la botella que me trajo Cali), o vía Florida o Nueva York, donde se consiguen en cualquier parte.
Ya hice mis dos primeros pedidos a DrinkUpNY. El servicio es impecable y mi bar está casi abastecido: todavía nos hace falta mi ron favorito para mezclar en mojitos y daiquiris, Santa Teresa Claro, y el licor de ron y naranja Rhum Orange Liqueur. Pero por algo se empieza.
La botella que me trajo Cali, me recordó la que sin duda es una de nuestras más arraigadas tradiciones navideñas: por esta época tomamos ron, lo obsequiamos como regalo, hacemos ponche y lo alabamos en aguinaldos, parrandas y gaitas, y por último, pero no menos importante, horneamos torta negra al ron.
Así que gracias a estos dos felices eventos, ahora volveré a mezclar cocteles con ron y a escribir sobre ellos, y con toda seguridad seguiré escribiendo sobre el prodigio que es el Ron de Venezuela.
Salud!
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